lunes, 16 de diciembre de 2013

LA GAITA, UNA ANTIGUA DANZA CERVERANA. Artículo de Alejandro Jiménez. Publicado en Nueva Rioja el 2 de septiembre de 1956

Ante las fiestas de Cervera del Río Alhama
LA GAITA, UNA ANTIGUA DANZA CERVERANA
por Alejandro Jiménez
Artículo publicado en el diario Nueva Rioja el 2 de septiembre de 1956
 
Los pueblos se distinguen por sus tradiciones y costumbres típicas, siendo una de las costumbres más singulares de la acogedora villa de Cervera del Río Alhama, durante la celebración de sus fiestas patronales, el alegre bullicio y ambiente de simpática atracción que produce "la gaita" y sus danzadores.
 
Realmente, al pretender establecer la antigüedad y origen de "la gaita" hemos de recurrir necesariamente al testimonio de los archivos parroquiales de nuestro pueblo, y concretamente, al "Libro de cuentas de San Gil", del año 1570, en uno de cuyos folios, el que corresponde a losa puntes de los años 1592 y 1593, se dice: "Item, que dió para hacer tablados y dar de beber a danzadores". La cita era para las fiestas del Señor San Gil y se pagaban ocho reales para los gastos expresados.
 
Si mi referencia es exacta y no hay obstáculo por parte de la crítica, hemos de reconocer que la antigüedad de "la gaita" data del siglo XVI. A mayor abundamiento, se puede añadir que en los libros de cuentas de Nuestra Señora del Monte se observa que primitivamente "la gaita" se bailaba en honor de dicha venedarísima imagen y que, al transcurrir de los tiempos, fue extendiéndose su actuación a las solemnes festividades de Santa Ana y San Gil; recogiendo en el primero de los casos aires de la festiva tierra andaluza, y, en el segundo, reminiscencias de la sobria Castilla. Esto, en lo que respecta a la parte documental e histórica de la danza.
 
Hemos de insistir, aun cuando actualmente hayan desaparecido los motivos de origen de tan fundamentadas aseveraciones que, en la Casa Consistorial de esta villa de Cervera del Río Alhama, existían dos banderas que, en su parte superior, o sea, en el remate donde se engarzaban las faldas de las banderas, ostentaban una terminación de pica, a especie de moharra y hacha que, a nuestro humilde juicio, y por los asuntos de ornamentación que en ellas se apreciaban, bien pudiera considerarse pertenecían al siglo XVI antes indicado, siendo posible se remontaran al XV.
 
En cuanto al contenido y fondo musical de la danza, es esta, probablemente, de origen valenciano, y no es afirmación baladí, pues incluso se aprecia en los archivos que en el siglo XVIII se trasladaron a Cervera, precisamente en la festividad de la Ascensión, tañedores de dicha región valenciana contratados por la Cofradía o basílica de la Virgen del Monte, siendo su misión primordial la de servir de acompañamiento a los gaiteros "danzadores". La música es juguetona y movida, vivaz, de gran nervio y, en algunos momentos, reviste caracteres tan íntimamente ligados con la idiosincrasia cerverana que difícilmente pueden ser ejecutantes emulados por los de alguna otra región. Ser danzante requiere una contextura física que contrarreste el movimiento continuado, sin descanso, rayano en el más desesperante agotamiento.
 
La danza tiene semejanza morisca, que se deduce precisamente de los travesaños que anteriormente se han mencionado así como la indumentaria de las banderas que antiguamente llevaban faldas al estilo árabe, colocadas encima de cuatro o cinco camisolas almidonadas. No menos también, y esto ya en la danza, tiene reminiscencias vascas que se adivinan en lso pasos de sus danzantes y en algunas de las figuras que trenzan, como son: "las tijeras", "la estrella", "el mundo al revés", "la puerta de palacio", etc., etc. A esta última bien podriamos llamarla "la puerta de la casa" (echea), como vulgarmente dicen los vascos.
 
Lo que se pretende especificar de una manera clara y concisa es que "la gaita" de Cervera, al igual que otras danzas riojanas, orgullo de pretéritas generaciones, merece el estímulo, cariño y apoyo decidido, no ya sólamente de todos los cerveranos, sino también de quienes están llamados a velar por los valores folklóricos de La Rioja.

Alejandro Jiménez y su nieto Sanda Sainz en el cañizo de las fiestas de San Gil en 1975
 

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